Declaración del Obispo Joensen sobre la muerte del Papa Francisco
April 21, 2025
El Domingo de Pascua escushamos que el apóstol Pedro corrió hacia la tumba de Jesús y la encontró vacía. Hoy, la silla del sucesor de Pedro está vacía al recibir la noticia de la muerte del Santo Padre, el Papa Francisco.
Nuestros corazones están llenos de tristeza, pero están también agradecidos por los casi doce años de su ministerio como el pontífice romano – un constructor de puentes e hijo de Sudamérica y miembro de la Compañía de Jesús quien llegó a tanta gente tanto dentro como fuera de la Iglesia institucional. El abrió muchos corazones con el mensaje de gozo y consuelo de Evangelio con su incansable compromiso con lo pobres, con aquellos considerados de estar en la periferia de varias sociedades.
Él nos llamó a ser conscientes del impacto humano y de la responsabilidad de ser buenos administradores del ambiente global y de mantener el legado en el cuidado de la tierra para las generaciones futuras, nuestro hogar en común. En su estilo profético, y en veces turbulento, él nos impulsó más allá de nuestras tendencias de nuestra propia complacencia y de vernos a nosotros mismos como el Pueblo de Dios, y nos llamó a estar en misión para promover la unidad y la amistad entre todas las personas humanos como hermanos, para que a final de cuentas podamos disfrutar con gozo en la comunión del amor de Dios.
Tuve la bendición de conocer al Papa Francisco primero como obispo recién ordenado y en otras ocasiones subsecuentes, especialmente en compañía de otros obispos del medio-oeste de los Estados Unidos. Recuerdo su cálida bienvenida, su estilo no pretencioso y animado de conectarse cuando le hacían preguntas y sus respuestas como hermano en Cristo. Su preocupación por la Iglesia en los Estados Unidos se basaba en parte en su experiencia en el Encuentro Mundial de las Familias 2015 en Filadelfia, y la canonización de San Junípero Serra, patrón de las misiones de California. Él inauguró el actual Año de Jubileo motivándonos a acompañarnos los unos a los otros, incluyendo a los migrantes y a los marginados, como “Peregrinos de Esperanza.”
Ahora que se nos ha adelantado en el camino, oramos a la corte celestial de los santos, hacia donde siempre apuntó en sus prédicas y con su ejemplo. Que Dios tenga hacia él la misma misericordia por sus pecados y fallas personales como la que él demostró como discípulo y como pastor.
La Iglesia comienza ahora los tradicionales nueve días de luto por nuestro Santo Padre.
Exhorto a los fieles que también recen la siguiente oración durante este período.
Oh, Dios, pastor y soberano de todos los fieles,
Ve favorablemente a tu servidor Francisco,
A quien pusiste a la cabeza de tu Iglesia como su pastor.
Te rogamos que le concedas que, por sus palabras y su ejemplo, pueda servir a aquellos sobre
Quienes preside para que, junto al rebaño que confiaste a su cuidado, pueda llegar a la vida eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo,
Dios por los siglos de los siglos.
Elevamos en la Santa Misa nuestras oraciones al Santo Padre Francisco, e invocando la intercesión de María Madre de Dios, salud e intercesora de Roma y de todos lo pueblos, a quien él tenía una devoción particular.
+Oh, Señor, concédele al Papa Francisco, el descanso eterno y que brille para él la luz perpetua. Descanse en paz.