Un Asunto del Corazón

by Bishop Joensen | November 13, 2024

Bishop William Joensen

Este mes de noviembre tiene uno de mis días de fiesta favorito, Todos los Santos, y de ahí se inclina hacia la conclusión del año litúrgico con la Solemnidad de Cristo Rey antes de envolverse en nuestra fiesta nacional más religiosa, Acción de Gracias. Hay muchas razones espirituales y familiares para festejar, a pesar de que sabemos que muchos en nuestro mundo y en medio de nosotros están tratando de sobrevivir día a día. En una plática reciente con Tony, quien periódicamente visita mi residencia buscando un poco de ayuda, vi su rostro iluminarse cuando mencionó el pavo que una organización comunitaria les iba a entregar a él y a su novia. Muchas personas no están esperando el “Martes de Donaciones” en diciembre para ofrecer generosidad y caridad a sus hermanos que lo necesitan.

Justo antes de noviembre, el Papa Francisco nos ofreció un tipo de ramo espiritual para adornar nuestro espacio de oración, nuestros escritorio o buró en forma de su más reciente carta encíclica, Delixit nos, “Sobre el Amor Humano y Divino del Corazón de Jesucristo.” El título lo tomó de la Carta de San Pablo a los Romanos 8:37, “Él nos amó.” La encíclica marca que el próximo año es el aniversario 350 de la conclusión de las apariciones del Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita María Alacoque.

Veo en la encíclica uno de los mensaje más conmovedores y profundos del pontificado de Francisco por una variedad de razones: (1) El Santo Padre combina el testimonio de las Escritura con la conexión compasiva que tiene Jesús con nosotros y con el testimonio de santos iluminados tal como Margarita María y Claudia, Teresa, Francisco de Sales y Juana de Chantal, Carlos de Foucault, Faustina, Vicente de Paul, Teresa de Calcuta, Juan Pablo II y más; (2) el amplifica nuestra propia reciente declaración de visión diocesana, “Cultivando Conexiones en Cristo” al mencionar “encuentro” (39 veces), amigo y amistad (24 veces) y comunión (seis veces); y (3) Francisco enumera variaciones de frases e imágenes que evocan nuestras sensibilidades humanas.

Es casi como si se hubiera estado asomando por la ventana de la cocina de la abuela el día anterior a Acción de Gracias cuando dice, “Lo que ningún algoritmo podrá albergar será, por ejemplo, ese momento de la infancia que se recuerda con ternura y que, aunque pasen los años, sigue ocurriendo en cada rincón del planeta. Pienso en el uso del tenedor para sellar los bordes de esas empanadillas caseras que hacemos con nuestras madres o abuelas. Es ese momento de aprendiz de cocinero, a medio camino entre el juego y la adultez, donde se asume la responsabilidad del trabajo para ayudar al otro” (Dilexit nos/DI n. 20).

Al igual, justo cuando nos envuelve el aroma de los pasteles al hornearse y nuestros ojos se llenan de lágrimas de las dulces memorias de los días de Acción de Gracias en casa de la abuela, Francisco empieza a provocar a nuestras conciencias a hacer actos de reparación por las ocasiones en que no dejamos que nuestros corazones fueran una “casa de huéspedes” para Jesús (n. 17; ver también. 165).  Pero más que nada, nos exhorta a acoger nuestra misión de dilatar libremente en este mundo las “oleadas de infinita ternura [de Jesús]” (n. 197).  

Recordando las “cosas pequeñas” de amor de Santa Teresa, Francisco cita a un anterior Francisco (de Sales) en reconocer no solamente los actos heroicos de fidelidad de podamos hacer, pero las pequeñas cosas con las que nos ganamos el corazón y el amor de Cristo: “Tantos leves detalles de caridad ordinarios, ese dolor de cabeza o de muelas, una indisposición, la palabra desabrida del marido o de la esposa, la rotura de un cristal, la pérdida de un anillo… un desprecio o una burla, la insignificante molestia que supone ir a acostarse temprano o levantarse al alba para hacer oración antes de comulgar, la vergüenza que se siente al cumplir con ciertos deberes de piedad públicamente.” “Todos los sufrimientos recibidos y practicados con amor agradan mucho a la Bondad Divina” (Francisco de Sales, Introducción a la Vida Devota citado en DN n. 178).  ¡Me imagino que la mayoría de nosotros que pasemos tiempo en familia en las próximas fiestas tendremos muchas oportunidades de hacer pequeños actos de amor al tolerarnos los unos a los otros en un lugar cerrado!

Hay mucho más en este espléndido “ramo” de mensaje que presenta el Papa como tributo a Jesús, nuestro Rey y Salvador. Es también su estilo de ganarse de nuevo nuestros corazones para el Señor quien nos aprecia y que quiere ser nuestro amigo a nuestro nivel de vida, solamente para atraernos hacia la compañía de su Reino con su Padre en el Espíritu.

Pudiera sugerirles, además de las lecturas diarias de la Misa, que la encíclica pudiese servir como alimento espiritual y de reflexión mucho más allá de noviembre dentro de las semanas del Adviento, cuando nos preparemos nuevamente para recibir al Verbo que ha tomado un corazón de carne.

No se aún si voy a preparar el platillo de maíz festoneado para la mesa de Acción de Gracias. Pero al anticipar el celebrar la Misa de Acción de Gracias a las 9 de la mañana – EL acto supremo de acción de gracias – en la Catedral de San Ambrosio, recuerdo tantos momentos recientes en que he observado el amor penetrante de Dios, por los cuales doy gracias. Unos ejemplos:

  • El diácono permanente cuyos ojos se llenaron de Lágrimas cuando su hijo trajo a su hermosa pequeña nieta a la Iglesia justo antes de la Misa
  • Los siete estudiantes de la Escuela San Malaquías en Creston a quienes entrevisté y quienes ya han recibido o van a recibir los sacramentos de iniciación al integrarse a la Iglesia
  • La reunión de preparación prematrimonial con una pareja anglo-hispana, cuya boda voy a celebrar en algunas semanas y en donde me relataron cómo su noviazgo les sirvió a ambos para regresar a la Misa
  • Las ocasiones en que simplemente me reúno con nuestros sacerdotes de Des Moines – en nuestro taller anual, días de estudios del clero, en la reciente Cena Andrés en donde escuché a un panel de sacerdotes jóvenes y a Monseñor Beeson radiar su amor por Jesús y por el sacerdocio – ¡soy sacerdote con y para estos individuos!
  • Los miércoles y demás ocasiones en que escucho confesiones y me siento tan motivado por la contrición y el dese de los penitentes de recibir misericordia y amor más verdaderamente, más constantemente
  • El Congreso Nacional Eucarístico en Indianápolis el pasado mes de julio en donde noche tras noche, 55,000 personas se postraron en silenciosa Adoración Eucarística en el Estadio Lucas Oil; y luego el sábado por la tarde, alineados en las calles del centro, aclamamos públicamente su amor por aquellos que representan el corazón de Jesús como mujeres religiosas y miembros del clero.
  • El personal diocesano del Centro Pastoral, con quienes siempre busco colaborar diariamente, con su disposición ante los retos, el discernimiento, consejo y creatividad que me inspiran, y todo esto a la vez que evitan que me tome demasiado en serio
  • El joven con tatuajes y cadenas que cubren sus brazos que tuvo la humildad de pedirme algo de comer, y que estaba tan agradecido por recibir un plato de sopa.
  • La pareja adulta que se acompaña a la procesión de la comunión, uno de ellos usando un caminador, apoyándose uno en el otro con intensidad de vida, hasta que puedan ellos apoyarse en Jesús, su intensidad de vida
  • La llamada que recibí no hace mucho de un exalumno mío que ahora trabajo con niños con necesidades especiales, quien me dijo que aquello que le dije hace siete años en el confesionario evitó que se suicidara.
  • El observar a mi mamá en vigilia silenciosa y llena de lágrimas ante el féretro de su único hermano, nuestro tío, Padre Ralph Simington
  • El regalo que me ofrece Dios cada día de servirles a ustedes, la gente de la Diócesis de Des Moines, cuya ferviente fe, contundente humor y genuina humanidad – ya sean nacidos en Iowa o en algún lugar lejano – demuestras los muchos rostros que nos presenta Jesús a quienes juntos buscamos contemplar su rostro

¡Gracias! ¡Los amo! ¡Oh, Jesús, haz que nuestros corazones se asemejen más al tuyo! 

Bishop Joensen

The Most Rev. William M. Joensen, Ph.D. was ordained and installed in 2019 as bishop of the Diocese of Des Moines. Born in 1960, Bishop Joensen completed studies at the Pontifical College Josephinum in Ohio and was ordained a priest in 1989. He earned a doctorate in philosophy at The Catholic University of America in Washington, D.C. in 2001. He has served in parishes, as spiritual director at St. Pius X Seminary in Dubuque and in a variety of roles at Loras College in Dubuque.